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lunes, 13 de junio de 2016

Cuento: "Nacimos solos morimos solos" por Carolina Bolaño

Cuento
LA SOLEDAD

Naces solo, mueres solo

Era de noche, aquel 14 de agosto de 1990, en la casa de campo que tenía la familia en villa de Leyva, hacia frio, el abuelo sostenía en brazos a su nieto y a la luz de la luna, el abuelo empezó a hablarle a su nieto, quien a su corta edad no alcanzaba a comprender de que se trataba o por qué la voz de su abuelo se cortaba. El abuelo, llorando le dice a su nieto que desearía verlo crecer, ver como aprende a gatear, a caminar, se pregunta cuál será la primera palabra de su amado nieto, cómo será su primer día de escuela, será de los populares o de los más inteligentes o de los juiciosos, tendrá novia o será un chico tímido, será rebelde u obediente, el abuelo triste se seca las lágrimas y le promete a su adorado nieto que desde el cielo o desde cualquier lugar siempre lo iba a cuidar, que iba a ser ese tan conocido y llamado coloquialmente “Su ángel de la guarda“.
Al día siguiente, mientras el abuelo le brindaba desayuno a su nieto en la casa alejada de la ciudad, Alberto (el papá del bebé), se disponía a tomarse una taza de café en la cafetería de la esquina de la calle 127 con séptima. La carrera séptima estaba congestionada, como habitualmente lo estaba a las 8 de la mañana, de fondo solo se escuchaban los pitos, frenos, silbidos de los policías de tránsito, gritos por algún imprudente, ladridos de los perros callejeros del sector, el sonido peculiar de los pajaritos y el sonido de los pasos de los empresarios, trabajadores, vendedores, médicos y estudiantes que suelen atravesar el norte de la ciudad a las 8 de la mañana.
Alberto luego de disfrutar su deliciosa taza de café, se preparaba para dirigirse a su oficina, en la que se desempeñaba como gerente comercial. Le iba muy bien, gracias a su increíble preparación y estudios logró obtener ese excelente puesto, el cual le permitía brindar a su hijo excelentes posibilidades de progresar en la vida y ofrecerle una extraordinaria calidad de vida a su hijo y a su padre, que por motivos de salud no pudo seguir trabajando. Alberto trabajaba muy duro para sacar adelante a su familia que después de la muerte de su esposa, debido a una enfermedad terminal, quedo devastada, es por eso que el decidió enviar a su hijo unos días a la casa de campo familiar con su abuelo.
Un mes después, Alberto ya estaba cansado de extrañar a su amado hijo y decide recorrer las carreteras de la ciudad al pueblo, a su llegada, el abuelo y bebé ya estaban preparados para recibir a Alberto e ir a la plaza del pueblo a pasar una buena tarde los tres, llegaron a la plaza los 3 y después de recorrer el lugar alrededor de 20 minutos, ingresaron a un café llamado, Cybarita café. Allí Alberto noto que su padre tenía la mirada triste y le pregunta - ¿Qué es lo que te tiene decaído? - a lo que el abuelo responde, -Mijo, lo que pasa es que no me siento bien, creo que llego la hora de reencontrarme con su mamá y su esposa- Alberto sorprendido le pregunta – pero ¿Por qué? ¿Qué es lo que tiene? Vamos a que lo revise un médico, no viejito usted no me puede dejar solo, aun no por favor, yo lo necesito a mi lado por más tiempo, no sé si pueda con todo esto yo solo, viejo por favor no me deje aún-. El abuelo rompe en llanto y le responde –Hijo no me diga esas cosas, que hace que me sienta peor, pero es que siento que no puedo más con el dolor y el sentimiento de extrañar a su madre, siento que ella ya me está esperando y que quiere que ya este allá con ella-. Alberto se queda sin palabras, no sabe que decir ni que hacer, solo se queda mirando a su padre y a su hijo. Alberto decide devolverse con su padre y su hijo a la ciudad, allí inscribe a su bebé en un jardín porque siente que su padre ya no logra estar pendiente de las necesidades del bebé. El abuelo mientras su hijo y su nieto estaban fuera de la casa, salía a caminar y a conocer la ciudad, sintiendo al máximo la soledad en la que estaba, es cuando llega al centro y conoce ciertos personajes no muy buenos.
El abuelo siguió con su rutina de llegar al centro todos los días a eso de las 11 de la mañana, se veía con las mismas personas en el mismo lugar y a hacer cosas que en su vida imagino hacer. El abuelo gracias a la soledad en la que estaba prueba ciertas sustancias a las que se vuelve adicto, para él es imposible dejarlas, pues son su única compañía, la única manera que el encuentra de no sentir más dolor, de olvidarse de la soledad, es la única manera en la que él puede sentir que está en otro planeta y que puede ser feliz en él, un planeta creado por la alucinación y desesperación por no sentirse solo, así pasan meses y su hijo no se había dado cuenta aún, Alberto no tenía ni idea de que su padre salía cuando él estaba trabajando y mucho menos se llegó a imaginar que había recaído en ese oscuro mundo, en ese mundo que tiene solo dos salidas, una que es la de la muerte, cuando ya no hay nada que hacer y otra que es la de buscar ayuda, esta última nunca llegaría ya que el abuelo todo lo hacía a escondidas y con mucha prudencia.
Llega diciembre con su alegría y festividad, el abuelo más perdido que nunca en ese oscuro mundo, decide irse de la casa y dejar la farsa ante su hijo, se escapa y es cuando llega al peor lugar de la ciudad, sucio, con mal olor, personas muy malas, donde ni la policía puede ingresar, la olla, como la llaman los citadinos, desgraciadamente el abuelo llega y se interna en el Bronx, lugar de donde entras y sales muerto o en tus ultimas.
Alberto después de la huida de su padre, no sabía qué hacer ni donde más buscar, pues por 31 días, sin descanso alguno había buscado a su padre, sin respuestas ni indicios del paradero de su padre, se siente en el limbo no halla la manera de seguir adelante solo y con un hijo, no sabe cómo seguir su vida, sin su padre, sin su madre y sin su esposa, se siente en una depresión y soledad absoluta, pero decide que por la memoria de su familia iba a salir adelante junto a su hijo. El 31 de diciembre de 1990, a las 10 de la noche le entra una llamada que lo dejara frio y sin palabras, es la policía, le dicen que han encontrado el cadáver de su padre, que la causa de muerte fue una sobredosis, Alberto no podía creerlo, se preguntaba a si mismo que cómo era posible, cómo paso, cómo fue que nunca se dio cuenta de que su padre se había involucrado en ese oscuro mundo.





Carolina Bolaño González
carolinabolano19@gmail.com

C.C. 1´020.812.347

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